Continúa siendo un desafío para el mundo organizacional, el cómo achatar el triangulo, la pirámide…, la verticalidad.
Se evidencia un discurso directivo que busca atenuar lo que la estructura muestra: “Propicio un estilo de dirección puertas abiertas” dicen algunos; “yo, bajo al piso a conversar con mi gente”, dicen otros. Sin embargo, aún persisten prácticas y aprendizajes arraigados, llenos de paradigmas limitantes que perpetúan estos modelos “taylorianos”, justificándolos soterradamente y en ocasiones…no tanto.
La reflexión a la cual deseo invitarles, más allá del impacto en la calidad de nuestras relaciones / conversaciones, que estructuras jearquizables y piramidales acentúan, se instala en la gestión emocional de esos líderes “verticales” y como ésta impacta en el colectivo de colaboradores que lo “siguen hacia abajo”.
En ocasiones, marca a “fuego”, una determinada manera de “comportarse” emocionalmente, impactando la vida de quienes lo acompañan, siguen, obedecen o temen.
Estructuras piramidales aún persisten y en el sector público aún más. De ahí la importancia y urgencia de aumentar los niveles de consciencia, de lucidez, respecto del repertorio emocional que llevan día a día a los espacios presenciales y de virtualidad con sus equipos.
Un repertorio, emocionalmente rico en matices e intensidades, pareciera ser un buen camino, particularmente aquellas emociones que elevan nuestra frecuencia vibratoria y por tanto “blindan” nuestro sistema inmune, tan provocado por el contexto pandémico actual.
Estados emocionales como la aceptación, paciencia, generosidad, perdón, solidaridad, gratitud y confianza son potenciadores de ese bienestar que buscamos en tiempos en donde la resiliencia debe ser nutrida, alimentada, cuidada.
Es particularmente notorio, en estructuras piramidales (en dónde la obediencia prima por sobre lo demás), el impacto de no cumplir nuestras promesas y no tener la posibilidad de poder expresar esa disconformidad de manera abierta “hacia arriba”. Se comienza a anidar la rabia, la impotencia, la sensación de injusticia y con todo ello, el estado anímico del resentimiento. Una rabia encubierta que se expresa de manera solapada. Apenas el colaborador tiene la posibilidad de hacerlo, lo hace. No importa cuanto tiempo pase. Pasa la cuenta igual.
En el resentimiento, la confianza ha sido quebrantada, no crece ni se nutre, y por tanto la autenticidad desaparece.
Asimismo, cuando instalamos escenarios apocalípticos, catastróficos, la emoción del miedo se empieza a quedar en los equipos, exacerbando la ansiedad, la angustia y la desconfianza.
Queridos líderes, no ser conscientes, lúcidos, respecto de lo anterior, podría estar socavando aún más el deterioro bio psico-socio emocional de sus colaboradores, que las estadísticas ya muestran como un verdadero psunami.
Declaraciones tales como:
- “Las emociones se dejan en la casa. Aquí se viene a trabajar”
- “Controla tus emociones” (niégalas – reprímelas)
- “Perdí la cabeza, disculpa”
- “No te dejes llevar por las emociones”
- “No sé que hacer con esas emociones”
Son señales, luces de alerta que podrían estar indicando la necesidad de indagar en tu mundo emocional, en cómo gestionas tus emociones, de qué emociones te has vuelto algo adict@. Lucidez para estar consciente que las emociones se contagian y que habitualmente la rabia, el miedo y la tristeza, lo hacen con mayor rapidez, que las emociones más gratas y saludables para nuestro estado bio-psico emocional.
No están los tiempos para tener líderes con sordera emocional dirigiendo equipos de trabajo. El costo es demasiado alto. Más aún, en aquellas organizaciones verticales, dónde el que “está arriba” tiene el poder de orquestar la música que los equipos deben escuchar.
Y tú:
¿Cuál es el estado de ánimo que habitualmente llevas a tu equipo?
¿De qué emoción te has vuelto algo adict@?
En tu crecer, ¿qué emoción no pudiste expresar abiertamente?
Si deseas seguir profundizando en este y otros temas que fortalezcan tu liderazgo y maximicen tus resultados, te invito a conversar. Feliz y honrado de hacerlo.
Soy Eduardo Catalán Molina y me dedico a acompañar líderes y equipos, que les interesa e inspira maximizar sus resultados.